Una soleada mañana en un curioso país llamado México, había un chico despertándose temprano involuntariamente un día sábado. Lo primero que exclamo fue:
-¡No pongas tu culo en mi almuhada!- (entiendo perfectamente que almohada está mal escrita, no me importa, para mi siempre serán 'almuhadas'.)
El gato lo miró con ojos sorprendidos y comenzó a lamerse haciendo caso omiso al mensaje, de tal manera que no pudo distinguir donde terminaba su pelaje y comenzaba el de Alí, y como resultado despertó de un salto, con saliva de gato en el cabello.
Era un día de esos en los que realmente entra en cuestión la pregunta ¿Por qué rayos voy a clases los sábados?
De todas formas, el chico salió un tanto somnoliento y a buen tiempo, observando detalles de la vida cotidiana en la ciudad. Sonaba de fondo una guitarra que le trajo a la mente gran cantidad de recuerdos; como el de la 'dislexia', de aquellas lejanas clases de primaria donde pudieron observar como trazaba las letras de forma inversa al sentido común, tal vez siempre me ha gustado nadar contra corriente -jaja-.
En esos tiempos, se denominaba dislexia a toda enfermedad relacionada con la dificultad en la lectura y escritura; como el cambiar palabras, letras, acentos, oraciones etc.
Realmente, esta patología me pareció altamente discriminatoria; y más que nada me hizo dudar de muchas reglas, las cuales con el tiempo iría aceptando, más que nada por la ayuda de personas cercanas a mi como mi madre, amigos y mi Naye, todos ellos amantes de la gramática.
Y ahora que lo menciono, entre esos amigos, hay gente tan importante y tan distinguida para mi, que han & he transformado a lo largo de la vida. Pequeños cambios, regidos por momentos tan triviales como cruciales, platicas tan profundas como efímeras,entre risas,discusiones, elogios y regaños (generalmente yo los regaño, por mera diversión, y curiosamente me hacen caso.)
En ese preciso momento, me pregunte ¿Qué causa que los humanos perdamos esa confianza para poder hablar con un desconocido? De pequeños eso no se presenta, simplemente podemos comenzar a hablar con alguien junto a nosotros como si nada. Pero ahora a los 19 años, suena casi imposible comenzar un dialogo con un completo extraño, sin que seas etiquetado como demente...
Finalizo con una imagen metáfora: "Un señor vendiendo alegrías, con una playera de Opeth"
Les dejo el link de la canción que da titulo a la entrada, y que siempre me susurrará: 'recordar es vivir'.
http://www.youtube.com/watch?v=eQrOpBVDjG4
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